Crítica de ‘1898: Los últimos de Filipinas’, de Salvador Calvo
Por si fuera poca la melancolía épica que da ser los últimos en algo, los españoles tendrán que negar una ocasión tras otra la cada vez más clara evidencia de que la guerra ha terminado.
Por si fuera poca la melancolía épica que da ser los últimos en algo, los españoles tendrán que negar una ocasión tras otra la cada vez más clara evidencia de que la guerra ha terminado.
Tim Burton consigue que nos quedemos con buen sabor de boca, que disfrutemos con su originalidad y nos evadamos de la realidad durante un rato. Una película fantástica de principio a fin que ni mayores ni pequeños deberían perdérsela.
Desde la primera escena, en la que se nos presenta al protagonista, solo, en su habitación, tocando la guitarra y escuchando los gritos de sus padres de fondo, nos damos cuenta del tono e intención que prevalece en todo el film
Tarde para la ira, pero también para el cine puro, desnudo, sin miedo a nada, con ganas de mostrarte rabia, gente de barrio, y sobre todo calle, mucha calle
Espero que ‘La Memoria del Agua’ resulte para muchos, al igual que para mí, una especie de encuentro con uno mismo, que os conmueva y haga sentir.
Tal vez no pase a ser una de las grandes obras de animación, pero que consigue lo que busca, que disfrutemos con la película y queramos todavía más, si es que se puede, a nuestras mascotas.
Un tema que toca de lleno a los hombres; les insta a que valoren más a sus mujeres porque, como dice Jon Lucas, “en el mundo de las madres hay mucha presión que no existe en el de los padres”.
Como suele ocurrir con casi todos los regresos, aparece el problema de las expectativas. Quizás el error está en que tendemos a poner el listón en la mejor obra del director.
Si lo más valioso de la película son las escenas desarrolladas en la pista, es por la actuación de James Thierrée, actor de circo y nieto de Charles Chaplin.
Crítica de ‘El niño y la bestia’ de Mamoru Hosoda.