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Entrevista a Sharon Maymon y Tal Granit, directores de ‘La fiesta de despedida’

«La gente que tiene problemas con legalizar la eutanasia es en su mayoría religiosa, gente que cree que nuestra vida está en manos de Dios»

 

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uno le invade una sensación extraña -quizá tristeza, quizá rabia, quizá impotencia-, cuando tiene ante sí un mensaje cargado de belleza, de verdad y de denuncia y asume que habrá gente intransigente que no solo no escuchará al emisor sino que también se encargará de advertir a otros posibles receptores del peligro de sus palabras. Sharon Maymon y Tal Granit nos dicen que eso no ha ocurrido con su película, que La fiesta de despedida ha sido bien acogida, que la sociedad entiende y comparte lo que sienten y hacen los protagonistas de esta historia. A grandes rasgos estos dos cineastas israelíes se cuestionan la inmoralidad de la eutanasia, se cuestionan el significado de la palabra «moral».  Estas preguntas llevan necesariamente implícitas otras tantas que tienen que ver con valores muy subjetivos.

Como las preguntas son complejas, Maymon y Granit han optado por formularlas de una forma sencilla, restando protagonismo al dolor, resaltando lo bueno de la vida; han decidido hacer una comedia, una comedia negra llena de luz, una contradicción exquisita, una película mimada a todos los niveles: técnico, estético, humano, poético… La fiesta de despedida es en realidad una película de personajes, el elenco es amor, pero todo lo que rodea a estas interpretaciones da valor. Es un trabajo completo, nadie ha cargado con el peso de nada, cada miembro del equipo ha hecho su papel, y eso siempre se nota en el resultado final. Y por eso ha sido una película tan premiada.  Cuando tuvimos la oportunidad de charlar con Maymon y Granit, en compañía de otros tres compañeros cinéfilos, nos dimos cuenta de que quizá haya sido la complicidad que hay entre ambos la responsable de su éxito.


 

La fiesta de despedida toca temas moralmente delicados, ¿sois conscientes de que puede llegar a ofender en ciertos sectores?

Sharon Maymon: Nosotros simplemente estamos planteando cuestiones sobre esos temas, no decimos qué está bien o qué está mal. Por supuesto, es comedia y al ser comedia se entiende que no estamos contra la eutanasia. Pero también hay otros muchos tema morales, por ejemplo el policía corrupto que se deja sobornar. Es una cuesta muy resbaladiza. Estos asuntos no deberían estar en manos de ciertas personas. Deberían estar regulados.

Tal Granit: Cuando uno hace una película tiene que guiarse por su verdad interior, no puede estar pendiente de lo que pueden pensar los críticos y el público y que eso determine lo que uno haga. Si piensas de esta manera creo que terminas fracasando. Tienes que ser fiel a tu verdad, al equipo en el que crees y a lo que quieres decir. Después… explorando los sentimientos de la audiencia hemos visto que a cada sitio del mundo al que vamos con la película –la hemos llevado a veinticinco países-, en la mayoría de festivales nos están premiando y a la audiencia le gusta.

SM: En todos los sitios a los que hemos ido la gente después del pase se ha acercado a nosotros y nos ha preguntado si nos habíamos quedado la máquina (risas). ¿Os gustaría usarla? (Risas)

TG: La fiesta de despedida ha sido un taquillazo en Israel, a los críticos les ha gustado, ha sido bien aceptada. Cruzaremos los dedos para que sea igual con la próxima.

Como decís ha sido una película muy aceptada a nivel social… Si ha sido aceptada por la sociedad y se supone que las leyes emanan de la sociedad, ¿qué es lo que impide que se cambie la legislación a favor de la eutanasia? Lo pregunto a modo de reflexión…

TG: La gente que tiene problemas con ello es en su mayoría gente religiosa. Es gente que cree que nuestras vidas están en manos de Dios.

SM: Pero creo que, seguramente no por nuestras películas, pero sí en general, hay una necesidad de buscar soluciones. La gente vive más tiempo y eso implica enfermedades… Si la gente lo empieza a necesitar, algo cambiará forzosamente. Ya hay países en el mundo como Holanda o Bélgica que han despenalizado la eutanasia. Estoy segura de que en el futuro lo aceptarán más países.

Y si la gente religiosa piensa que la vida está en manos de Dios y no apoya la eutanasia por moralidad… ¿creen moral que el hombre juegue a ser Dios y alargue la vida a los moribundos? ¿No es una hipocresía?

TG: Claro, por supuesto.

SM: La medicina ha evolucionado, pero la voluntad de Dios no es que vivamos para siempre (risas).

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Habéis rescatado la máquina del Doctor Muerte y también su lema: “morir no es un crimen”. ¿Cuál fue el germen del proyecto, la máquina y este lema o las ganas tratar el tema de la eutanasia? ¿Qué fue primero el huevo o la gallina?

«Quentin Tarantino decía que son sus personajes los que inventan las cosas y las situaciones, no él. Nuestros personajes necesitaban inventar la máquina»

TG: La ideo surgió de la muerte de Elga… era la abuela de mi ex novio, falleció a los ochenta años de cáncer y estábamos allí cuando ella murió. Vimos, entendimos, que la muerte vino a aliviar el sufrimiento que llevaba tiempo padeciendo. Pero entonces los médicos entraron en la habitación e intentaron reanimarla durante media hora. ¡Nos pareció una situación tan absurda! De ahí viene la idea para escribir la historia. En nuestra historia los personajes quieren ayudar a las personas a morir, ven lo que les está pasando, pero se dan cuenta de que son incapaces de hacerlo, no pueden apretar el botón aún sabiendo que están haciendo algo bueno. Entonces inventan la máquina… Quentin Tarantino decía que son sus personajes los que inventan las cosas y las situaciones, no él. En Reservoir Dogs uno de sus personajes se saca una navaja del zapato, Tarantino decía que no era él el que lo hacía sino su personaje (risas). El caso es que nuestros personajes necesitaban inventar algo…

SM: No lo podían hacer ellos mismos, así que necesitaban inventar la máquina.

TG: Sí (risas). Pero como es una comedia nosotros queríamos hacerlo divertido así que…

SM: ¡Ellos querían hacerlo divertido! ¡No nosotros! (risas).

TG: (Risas) Sí, sí, “ellos” querían hacerlo divertido, así que dieron a la máquina características muy cómicas: que si la cadena de la bicicleta, que si el reloj que hacía todos esos ruidos, etcétera. «Ellos», no «nosotros» (risas).

¿Y “vosotros” no teníais en mente la máquina auténtica del doctor Jack Kevorkian como referencia?

TG: No, no… Investigando sí dimos con la máquina de Kevorkian, pero nos hemos encontrado con muchísimas más máquinas en todo el mundo que ayudan a morir.

SM: Bueno, en realidad dos (risas).

Salvando las distancias… ¿ha sido Amour de Michael Haneke una influencia?

TG: Nosotros terminamos de escribir el guión -nos llevó algo así como cinco años terminar la película-, tres años antes de que la película de Haneke llegase al festival de Cannes. Mientras estábamos trabajando en nuestro film vimos que había otra película sobre la eutanasia, pero ya teníamos el guión escrito. Adoramos a Haneke, no queremos que se nos malinterprete, pero mucha gente nos ha dicho que nuestra película es lo contrario a Amour.

SM: Creo que es una aproximación diferente del tema, en Amour de Haneke no hay humor, pero sí pensamos que es una obra maestra.

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Resulta muy revelador, aunque se toque con pinzas, el hecho de que se hable de la homosexualidad de dos de los personajes. En vuestro corto Vacaciones veraniegas ya  abordasteis el tema, ¿por qué lo incluís y con qué intención en La fiesta de despedida

«En ‘La fiesta de despedida’ queríamos intentar hablar sobre cómo acabar con tu vida y cómo vivir tu vida»

TG: Para empezar porque somos gais, los dos somos homosexuales (risas), y siempre intentamos incluir el tema desde un ángulo adecuado en todas nuestras películas. En esta película queríamos intentar hablar sobre cómo acabar con tu vida y cómo vivir tu vida, sobre la libertad de cómo terminar con tu vida pero también sobre la libertad de vivirla como te parezca. Nos parecía una historia paralela que encajaba con el contexto de la película, llevada también con humor.

¿No ha sido complejo plantear con humor cuestiones sobre la eutanasia?

TG: Complejo no, es lo que hacemos… Nosotros trabajamos juntos desde hace doce años, siempre hemos querido tratar temas sociales con humor, pensamos que es la mejor manera de llegar a un público más amplio para transmitir el mensaje, para hablar de las cosas de las que queremos hablar. Escribimos el guión de una manera cómica, con buenas dosis de humor, para llevar estos asuntos a un escenario… podríamos decir surrealista, para poder decir lo que realmente queremos decir. Es una cosa que planteamos incluso a la hora de hacer el casting de los actores, son todos grandes actores cómicos. Lo que hicimos fue colocar a esos actores, que en Israel son muy conocidos, en situaciones dramáticas, porque queríamos que utilizacen un timing cómico para entrar en esas situaciones serias. Creemos que eso da lugar  a algo realmente único.

SM: Yo pienso que la risa es la mejor herramienta para que la gente abra el corazón, incluso para tratar y afrontar temas y cuestiones muy serias. Si consigues que el público abra su corazón yo creo que estará más predispuesto a abordar esos temas.

Hay una escena que quizá rompe con todo lo demás, una escena en la que los protagonistas cantan. ¿Qué significado tiene? ¿Por qué decidís irrumpir con algo así?

SM: La canción está en la mitad de la película, queríamos decir a los espectadores que lo que están viendo no puede pasar en la vida real, es como invitarles a entrar en una especie de cuento de hadas moderno. La canción es una vieja canción israelí muy vinculada a una grandísima cantante, una gran estrella del pasado que ahora es una mujer que deambula por la calle. Realmente parte el alma ver a esa mujer así… La letra de la canción tiene que ver con un lugar que no existe pero al que todos quieren ir.

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