“La ceguera es una forma de mostrar cómo el deseo sexual nace de dentro y no del físico”
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aniel Ribeiro nos propone hacer un ejercicio empático, el mismo que se propuso hacer él cuando escribió No quiero volver solo, el corto gracias al cual ha podido filmar su primer largometraje, A primera vista. Consiste en imaginar cómo alguien que no ve puede sentirse atraído por la belleza, esa que procesamos y reinterpretamos con los ojos, siempre subjetiva, pero siempre visual. Los beneficios de hacer este ejercicio empático y, aunque suene contradictorio, de observarlo en pantalla grande, son incalculables y la necesidad de mostrar el despertar sexual de esta manera evidente.
Ribeiro ha puesto a su personaje adolescente, Leonardo, (Ghilherme Lobo) en un contexto repleto de trabas sociales y trabas autoimpuestas -es ciego y es homosexual- para llegar a la pureza, para mostrar la normalidad. Quizá sea demasiado excesiva la ‘normalidad’ que propone, tanta que el conflicto de Leonardo queda demasiado suavizado y casi diluido… Pero el conjunto es positivo, es agradable, es reconfortante… el resultado es exactamente el que el cineasta deseaba.
A primera vista es un retrato sobre los conflictos adolescentes por los que todo ser -humano, divino, ovino…- pasa, conflictos con los que por mucho que pesen los años todo el mundo se siente identificado –a no ser que haya borrado esa etapa de su memoria-. Es una película edulcorada, -quizá por la simpatía aparentemente innata de sus dos protagonistas-, pero que tiene un plus de complejidad que le da una dimensión bastante interesante.
Farrucini: Cuando escribiste el primer guión, ¿qué pesaba más, reflejar el despertar sexual de un chico discapacitado o reflejar el despertar sexual de un chico homosexual?
Daniel Ribeiro: El despertar de un chico homosexual. Pero la idea a parte, la principal, era indagar en la sexualidad de forma universal, era lo que más me motivaba para hacer la película, y la discapacidad visual es una forma de hablar sobre el descubrimiento de la sexualidad, porque Leonardo es un joven que nunca ha visto a un hombre ni a una mujer y se enamora… no del físico. La ceguera es una forma de hablar sobre cómo el deseo sexual viene de dentro de la gente y no necesariamente de fuera.
F: ¿Decidiste mostrarlo a través de la ceguera porque conoces de alguna forma esa manera de sentir?
DR: No…
F: Investigaste partiendo de cero entonces.
DR: Sí, partí totalmente de cero. El germen de la película surgió cuando yo intenté acordarme de la primera vez que me sentí atraído por otro cuerpo, por otra persona. Tenía una memoria visual de aquel momento. Fui preguntando a varios amigos qué recuerdo tenían ellos de la primera vez y todo el mundo respondía con lo mismo, la memoria visual, y yo pensé entonces… ¿cómo recuerda un ciego la primera vez? De ahí nació la idea y a partir de ahí llegó el resto.
F: ¿Preguntaste directamente a alguna persona ciega por ese primer recuerdo?
DR: No. Cuando escribí la primera versión del guión no. Escribía colocándome en esa posición, me imaginaba qué podría sentir si fuera ciego. Nosotros usamos todos nuestros sentidos a la vez, el tacto, el olfato… yo pensaba en cómo había vivido las relaciones con el resto de mis sentidos cuando estaba escribiendo. Después de terminar, fui a algunos institutos para comprobar si lo que había escrito era real. Pero yo no quería hacer un film sobre la ceguera, sino que quería tratar lo universal, por eso no quise investigarlo antes, quería ver si era capaz de entender todo eso que es común en todos para ser así también más eficiente.
F: Hace poco que celebramos –reivindicamos- la igualdad en la fiesta del Orgullo Gay, pero sin embargo la mayoría de películas que reflejan este despertar sexual, entre adolescentes especialmente, lo tratan como un drama. Tú lo has llevado con naturalidad, ¿cuál es el truco?
DR: Yo es que tengo una visión positiva del mundo, de la vida, entonces he intentado enfocar así la película. Para mí era esencial que el final fuese feliz, que no fuese un drama, porque, efectivamente, no hay muchas películas para jóvenes que traten este tema sin que parezca una tragedia, que no sean una referencia negativa, y a pesar de que eso también es un reflejo de la realidad, porque hay situaciones muy dramáticas, hoy en día es posible que los jóvenes homosexuales tengan una vida normal, se enamoren y sean felices. Faltaba una película así para jóvenes. La hice en parte también para “mi yo” a los 16 años (sonríe). Es el tipo de película que me habría gustado ver. Cuando era joven y pensaba en hacer cine, quería seguir ese camino.
F: Todo el que se dedica al cine es porque de algún modo, como digo yo, ‘ha sentido la llamada’… ¿Cuándo y por qué sentiste tú esa llamada?
“No hay muchas películas para jóvenes que traten la homosexualidad sin que parezca una tragedia”
DR: Pues la cuestión de la homosexualidad siempre fue muy fuerte para mí, desde que era adolescente. Yo sentía que no existían películas que me representaran, no me veía reflejado en lo que había. Precisamente por llenar ese vacío que había quise hacer cine. Mi llamada fue esa. Quería hacer algo que le gustase ver a ese Dani de 16 años.
F: ¿No te conquistó algún estilo en particular, algún cineasta concreto?
DR: Me gustan como referencia films de temática homosexual como Felices juntos de Wong Kar-wai… Adoro también por ejemplo el cine de John Cameron Mitchell, Shortbus o Hedwig y the Angry Inch, son películas increíbles sobre la sexualidad.
F: Los actores son adolescentes, en plena efervescencia y confusión… Cuando les diste el guión, ¿cuál fue su reacción? ¿Mostraron algún reparo?
DR: Ellos no. Fueron a hacer el casting para el corto, así que ya sabían cuál era la historia, las personas que lo hicieron eran muy abiertas, si hubieran sido mínimamente prejuiciosas no se habrían presentado. Además el equipo producción trató el tema con normalidad, no sé… no se trataba como un problema, era todo muy natural y por eso ellos también lo trabajaron como algo natural.
F: ¿Cómo ha sido acogida la historia en Brasil? ¿Crees que sigue habiendo síntomas de homofobia entre los jóvenes?
DR: Fue muy bello, entre los jóvenes fue bien recibida, pero la mayor sorpresa para mí fue que las personas más mayores también lo vieron y se identificaron con el film. Cuando yo lo estaba filmando pensaba que estaba haciendo una película adolescente, pero cuando se estrenó en los cines resultó que se vieron reflejadas personas de todas las edades. No he sentido prejuicios, ni he visto ninguna situación crítica o negativa, al contrario ha sido una experiencia positiva.
F: Has venido a promocionar a España la película justo cuando las calles estaban vestidas con la bandera multicolor. No sé si tuviste la oportunidad de unirte a la fiesta…
DR: Llegué el domingo a las cinco de la mañana y me crucé con mucha gente aún festejando… pero no llegué a vivir la fiesta (risas).
F: ¿Crees que llegará el día en el que no sea necesario defender la homosexualidad? Es contradictorio… es una fiesta que se celebra porque hay algo que todavía va mal en esta sociedad.
DR: Es difícil porque es un problema, el de la sexualidad y los derechos que derivan de ella, que parece que nunca se resuelve completamente, siempre vuelve. Yo no sé, espero que algún día no se necesite seguir reivindicando, pero probablemente vaya a ser así. Por ejemplo en Brasil los derechos de la mujer y los raciales son derechos ya conquistados pero aún hay mucho machismo, racismo también… Soy optimista porque se han conquistado muchos derechos, pero la sociedad, o una parte de ella, siempre va a ser prejuiciosa, siempre hay individuos que intentan volver para atrás. Entonces es importante seguir defendiendo los derechos, creo que celebrar y conmemorar las conquistas sigue siendo una necesidad… Y además los gays saben hacer fiestas y saben aprovechar cualquier oportunidad para celebrar (risas).
F: Hace unas semanas llegó otra película maravillosa desde Brasil, Una segunda madre, que precisamente trataba el tema del racismo, de la lucha de clases. Llegan cosas muy interesantes y muy críticas desde tu país, ¿se mueve algo allí? ¿Se está convirtiendo el cine en un altavoz para denunciar determinadas situaciones sociales o siempre ha existido aunque sea ahora cuando lo vemos aquí?
“Se han conquistado muchos derechos, pero una parte de la sociedad siempre va a ser prejuiciosa, siempre hay individuos que intentan volver atrás”
DR: El cine de Brasil ha tenido siempre esa característica de denuncia. Nuestro cine siempre ha sido muy social, es una característica del cine brasileño. El problema es que siempre ha necesitado dinero público, depende mucho del apoyo del Gobierno. A principios de los años 90 por ejemplo, hubo una crisis en Brasil que acabó con la empresa que financiaba el cine y hasta el año 2000 no se retomó la producción de películas. En los últimos diez, quince años, la inversión en el cine ha crecido mucho, muchos cineastas están filmando bastante, están consiguiendo mostrar nuestras películas fuera. El Gobierno actual en ese sentido es muy eficiente porque da dinero y además tenemos el apoyo de la Agencia Nacional de Cine que divulga y facilita que las películas participen en los festivales. Así se ha conseguido que, por ejemplo, el año pasado se produjeran unas 130 películas en Brasil. Es un esfuerzo por ambas partes: tanto de los cineastas que trabajan más, como del Gobierno que cuida del cine y apoya la exportación de films. Hace falta mucha ayuda del Gobierno para conseguir que las películas brasileñas sean vistas en el exterior.