“Escribí ‘Efraín’ para conectar con mi país de origen y dedicarle una carta de amor”
Y
ared Zeleke (1978) nació Etiopía. Tras completar sus estudios en Desarrollo Internacional en la Universidad de Clark, estudió cine en Nueva York. Antes de comenzar su carrera como director de cine trabajó en diversas ONG’s de cooperación al desarrollo. Efraín es su primer largometraje, si bien anteriormente había elaborado varios cortos y documentales.
La película tiene muchos aspectos autobiográficos, ya que Zeleke se crió en los barrios de chabolas de Addis Abeba durante los años más duros de la brutal dictadura del Derg (1974-1991). Sin embargo, el propio director recuerda su infancia como una época feliz, colorida y llena de amor. La película es para él algo muy preciado, como una carta de amor que rinde honor a la riqueza de Etiopía.
Tuve la oportunidad de entrevistarle hace unos días en los Cines Princesa de Madrid. Yared me demostró ser una persona humilde y amable. Conversar con él fue un verdadero placer.
¿Qué significó para ti ser la primera persona en rodar una película en Etiopía?
Yared Zeleke: Tengo mucha suerte por cómo se está recibiendo mi película en todo el mundo, y también por ser el primer etíope en ser seleccionado en Cannes. Es el sueño de cualquier director. Estoy muy agradecido.
¿Cuál fue tu fuente de inspiración para escribir el guión? ¿Representa algún aspecto de tu vida?
YZ: Desde luego. Tuve una infancia preciosa en Etiopía. Llena de colores, buena comida y mucho amor, pero luego, cuando tenía diez años, dejé atrás a todos mis seres queridos para irme a Norteamérica. Esto me rompió el corazón y lo arrastré durante el resto de mi vida. Hace cinco años, para combatir el trauma, decidí escribir esta historia, porque al fin y al cabo soy como uno de los tantos niños refugiados que tienen que vivir fuera de su país; escribí el guión para conectar de alguna manera con mi país de origen y dedicarle una carta de amor.
¿Fue muy difícil el rodaje a efectos técnicos y personales?
YZ: Sí, es todo un reto hacer una película en cualquier parte del mundo, y más en un lugar tan rural como Etiopía, donde no hay ni electricidad y teníamos que traer camiones gigantes con generadores. Además estás grabando a personas que no saben lo que es la electricidad o la televisión. Muchas partes de Etiopía son bastante medievales y las personas allí no están acostumbradas al mundo moderno. No saben lo que estás haciendo con la cámara, por qué grabas sus rostros. En ese sentido son todavía muy naturales. Así que grabarles es como un regalo, aunque sigue siendo un trabajo muy duro. Técnicamente el proceso fue difícil. Rodamos casi a 3.000 metros de altura en medio de las montañas africanas. Hacía frío, había niebla y la gente se cansaba del clima. No podían creer que aquello fuera Africa. De los 50 miembros del equipo, 40 eran etíopes. Todos fueron geniales, y la relación entre africanos y europeos fue tan preciosa que nos ayudó a combatir los retos que supuso el rodaje.
¿Cómo fue trabajar con actores no profesionales? ¿De qué manera se tradujo esta forma de trabajo en la relación de los actores con sus personajes?
«Parte de tu elección de casting tiene que ver con saber si tu equipo va a comprometerse contigo y tu proyecto»
YZ: Cuando convoqué casting se presentaron casi 7.000 personas, la mitad de ellos niños, porque no tenemos actores profesionales para cine en mi país. Para el papel del niño tuve que tomarme más tiempo porque el personaje era complejo de interpretar. Cuando vi a la chica, supe instantáneamente que ella era mi actriz. Pensé: esta es el personaje sobre el que escribí. Ella es una típica chica etíope, muy tímida y tranquila. Cuando le di el guión fue emocionante. Trabajar con ellos resultó ser una experiencia increíble. Parte de tu elección tiene que ver con saber si tu equipo va a comprometerse contigo y tu proyecto. El niño, por ejemplo, tenía que ir a clases de cocina tres veces a la semana, pero eso no le impidió llegar al rodaje a tiempo. Lo mismo pasó con la chica: ambos estaban completamente comprometidos con proyecto. No solo se necesitan actores con talento, sino también personas involucradas con su trabajo. Además ambos son lo opuesto en la vida real, hacen papeles muy diferentes a cómo son en realidad. Él es muy gracioso y bromista, y no paraba de hacer chistes en el set. Yo le decía: “Vamos, ¡esta es una escena seria!”. Y la chica es extremadamente tímida, nunca contestaría a alguien.
Ha habido una proliferación de películas que hablan de la relación entre animales y niños en Cannes este año. ¿Por qué elegiste la relación entre un cordero y en chico y no otro animal?
YZ: No estoy del todo seguro de que haya otras películas con niños y animales en Cannes este año, creía que yo era el único, por eso toda la atención mediática. Escogí el cordero porque representa a los inocentes, y al fin y al cabo la película habla de la pérdida de la inocencia. Trata de cómo un niño se convierte en un hombre. El cordero representa el pasado de Efraín, que ha perdido todo y lo único que le queda es el cordero.
¿Fue muy difícil trabajar con la cabra, Chuni? ¿Trabajarías con animales de nuevo?
YZ: Si, Chuni era muy traviesa porque se comía nuestra comida en el set. Hacía lo que quería. De todos modos, fue un regalo para nosotros. La mayoría del tiempo se portó bien. Había cinco corderos en el set y todos ellos estaban entrenados para actuar con el protagonista. Chuni era la más lista. De vez en cuando nos regalaba escenas maravillosas, como aquella en la que baja por la cuesta, se detiene para mirar al niño y luego sigue caminando. ¡Yo no la dirigí! Ella lo hizo sola y fue increíble. Era increíblemente inteligente y me siento orgulloso de haber trabajado con ella.
¿Cuál es la primera escena que se te vino a la mente mientras escribías? ¿Cambiaste ideas mientras dirigías?
YZ: Dirigir y escribir no es nada fácil. Para serte franco, hay muchos de esos casos en los que cambio cosas, básicamente porque trabajo con muchos elementos difíciles de controlar (África, los niños, los animales, personas que no saben lo que están haciendo…). Hay muchos obstáculos que se pusieron en el camino sin estar previstos en el guión. En cualquier caso, la esencia de lo que pretendía transmitir está en la película.
¿Cuál es tu escena favorita de la película?
YZ: (Risas). Vaya, nadie me había hecho esa pregunta nunca. Hay varias escenas que me gustan. Te voy a decir dos. Una es aquella en la que la chica aparece rezando. Siempre me conmueve. Otro momento que me gusta es el baile de la escena final, porque me recuerda a mi familia. ¡Eso es Etiopía, bailar con los hombros!
¿Cómo hubiese sido la película si Efraín hubiera vuelto a su hogar en vez de quedarse donde le dejó su padre?
“Buscaba representar la contradicción entre el hambre y las festividades.
YZ: Si el chico hubiese vuelto a su hogar tendría que haber vivido con otro pariente, pero tendría que haberse enfrentado a las grandes sequías porque el clima es muy seco. Tampoco tendría mucho que comer. Igualmente no podría haber tenido accedo a una buena educación porque su pueblo es muy rural.
Acerca de la relación de la película con la gastronomía típica de Etiopía… ¿por qué elegiste esos platos?
YZ: Esa es una buena pregunta, gracias por hacerla. Elegí la comida como un elemento presente constantemente en la película porque hay una contradicción enorme en Etiopía. El país siempre aparece asociado con el hambre, sobre todo por aquellos documentales de la BBC que se rodaron en los ochenta. En realidad el país tiene una cultura culinaria muy variada con recetas muy sofisticadas. Parte de esto es porque la vegetación y el clima permiten unos cultivos muy exclusivos. El clima es casi templado, como el de Europa, pero con un sol africano. El problema de Etiopía es que tiene una enorme contradicción: actualmente es el tercer país productor de pan en el mundo, tan solo por detrás de Estados Unidos y Rusia, pero sigue siendo uno de los más pobres del mundo. Quería representar la contradicción que existe entre el hambre y las festividades.
¿Cómo crees que la audiencia española va a recibir la película?
YZ: Anoche en el Palacio de Prensa el aforo estaba casi lleno, había alrededor de 5.000 personas. Al terminar todos aplaudieron con sinceridad, se me acercaron y me dieron las gracias, me abrazaron. Espero que el resto de España reciba la película de la misma manera.
Para terminar… ¿qué consejo le podrías dar a los estudiantes que quieran llevar a cabo un proyecto de estas características?
YZ: Tanto si trabajas en publicidad como en cine, siempre estás contando una historia. El consejo que puedo dar a personas como tú es creer en sí mismas, y que cuando haya momentos de duda… lo acepten. Aceptar que hay dudas es bueno, pero nunca hay que dejar que nada te desanime de hacer lo que quieres. Cree en ti, en tu punto de vista, en que quieres contar una historia de la manera que tú consideras mejor. Da igual lo que sea: siempre tienes que hacer aquello en lo que crees.