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Entrevista a Rafa Martínez, director de ‘Sweet Home’

«‘Sweet Home’ es una película de terror que está pasando en frente de tu casa”

 

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ada vez que releo esas críticas en las que años ha -y no tantos años ha- escribía sencillamente que no me gustaban las películas de terror me autocastigo… Mejor no las vuelvo a leer y evito ese sufrimiento, haré como si de mí no hubiesen salido jamás semejantes palabras. Rafa Martínez me ha dado más razones para apreciar el género y disfrutar sin remilgos de este tipo de historias. El realizador debuta con una de miedo en la dirección de largometrajes y lo hace con dos actores maravillosos como protagonistas: Ingrid García-Jonsson y Bruno Sevilla.

Sweet Home es una obra cuidada en todos los sentidos: la fotografía tiene una luz especial, la puesta en escena es realmente asfixiante –el noventa por ciento de la trama transcurre en un edificio semiabandonado- , el guión es sencillo pero está muy bien hilado y el gore está muy medido. El acabado es óptimo. La ópera prima de Rafa Martínez cumple con todas las normas no escritas que han de guiar una película de terror. Añade mérito el hecho de que haya calzado esta pesadilla con un tema social escabroso: el del acoso inmobiliario -llevándolo obviamente al extremo-, introduciendo una crítica social que invita a la reflexión.

Hemos tenido la oportunidad de charlar con este cineasta sobre los motivos que le han llevado a hacer esta película y de paso hemos aprovechado para conocerle un poquito mejor.


 

Farrucini: Estudiaste Periodismo, como casi todos los que te interrogarán hoy…

Rafa Martínez: Bueno… no terminé la carrera, pero sí (risas).

F: ¿Por qué dejaste una carrera tan vocacional para hacer cine?

RF: En realidad yo estudié Periodismo porque no me dio la nota para Imagen y Sonido, y además en mi familia hay tradición periodística, cuando no me dio me metí en seguida porque pensé que también estaba relacionado, me gustaba mucho escribir y entré por ahí, pero a medida que iban pasando los años en la carrera me daba cuenta de que a mí en realidad me gustaba escribir no sobre la realidad sino que me gustaba escribir ficción, entonces intenté lidiar todo lo que pude en la carrera en la Complutense, pero desde primero estaba ya haciendo cortos… yo parecía más un alumno de Imagen que de Periodismo. Y bueno, empecé a trabajar, cada vez iba dejando la carrera más de lado, luego volvía… hasta que al final un año ya me rayé, dije: me voy a Salamanca a estudiar Guión, porque ya no puedo más. Estudié el máster de Guión que hay en la Pontificia y ya no volví a plantearme seguir con Periodismo porque una cosa fue llevando a otra y no paré de intentar llegar a lo que quería… y hasta hoy.

F: Entonces nada tuvo que ver tu decisión con el desencanto que provoca el constatar que en periodismo tampoco se puede hablar sobre la realidad como se debería…

RM: Sí y no… A mí el periodismo me gusta mucho, pero no me interesaba tanto como esto, yo sabía desde el principio que si estudiaba Periodismo iba a ser como hacer un papel o una carrera que tenía para mi familia, pero sabía desde hace mucho que quería ser director de cine.

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F: En cualquier caso, has conseguido plantear algo muy gore sobre una realidad social como es el mobbing inmobiliario. ¿Por qué este tema?

RM: Pues… a lo mejor sí está relacionado con esto del periodismo (risas), porque me gusta mucho la ficción, pero en realidad me gustan mucho las historias que están basadas en realidades. De hecho cada vez que me pongo a pensar en futuros proyectos me pongo como a investigar sobre cosas que me llaman la atención, cosas que pasan… Incluso muchas veces, de cara a hacer un pitch a unos productores, si tienes algo que está basado en la realidad les anclas mucho más. Entonces bueno, estábamos obsesionados con hacer algo en un edificio, en una sola localización y esto del mobbing vino solo prácticamente.

F: ¿Pero fue este el punto de partida o tenías algo más de lo que tirar?

RM: Yo tenía muy claro que quería buscar un detonante para la peli, porque el mobbing no es toda la peli, es un detonante dramático que hace que todo funcione –de hecho la peli termina dejando una pequeña reflexión, no lo hemos utilizado egoístamente el mobbing-, sin olvidar que quería hacer una peli española, en España, con problemas de aquí, con malos de aquí, con personajes de aquí, y el mobbing nos ayudaba mucho… Joé, es que es algo muy salvaje y muy bestia que está pasando… una de las cosas que precisamente más me interesaba es que es una película de terror que está pasando en frente de tu casa.

F: No se si te han dicho eso de que no parece una peli española…

RM: Porque hablan en inglés… (risas).

F: ¡Y por la calidad y calidez! Cuando te dicen algo así, ¿te entra orgullo por tu película, tristeza por la mala imagen del cine español, o ambas dos?

“El terror es un género muy manipulador, para aprender a contar historias es el género idóneo”

RM: A mí me gustaría que la gente lo viese como algo bueno pero sin necesidad de tener que poner la coletilla de “no parece español”. Me gustaría que la gente empezase a pensar que realmente aquí se están haciendo cosas súper interesantes y que hay un talento increíble. Ahora vienen unas películas como la de Amenábar o la de Kike Maíllo, de las que ya he visto cosas y dices, no es que no parezcan españolas, es que son españolas y es algo que nos tenemos que empezar a creer. Tenemos unos directores acojonantes aquí… Es que además fuera las películas españolas las valoran un montón, tenemos que empezar a creer que no somos tan malos, hablo en general, no necesariamente por Sweet Home, creo que podemos hacer cosas increíbles.

F: ¿Y de dónde viene la decisión de coproducirlo con una productora polaca?

RM: Bueno, yo empecé con Filmax, pero por las circunstancias en las que se financian las películas en un momento dado entró la coproducción polaca para armar el resto.

F: Tus dos anteriores cortos también iban por el camino del terror, ¿por qué esa debilidad por el género?

RM: (Risas) ¡Yo creo que se aprende mucho! Es un género muy manipulador y para aprender a planificar, para aprender a contar historias yo creo que es el género idóneo. De hecho, casi todos mis directores favoritos empezaron haciendo terror. Es un género muy matemático para algunas cosas, entonces te permite experimentar pero dentro de unas reglas y si eres bastante coherente te puedes mover dentro de unos términos medianamente cómodos. Yo creo que para una ópera prima es un género perfecto. Y bueno, luego es que me gusta como espectador, soy bastante fan.

F: Pero conlleva un riesgo, ¡de terror hay muchísimas películas cutres! (No es tu caso)

RM: (Risas) Gracias…

F: ¿No tenías cierto miedo a que quedase… mal?

RM: ¡Con eso peleas todos los días! Durante el rodaje, de repente ruedas algo y no te queda como querías y haces un repeat… estás todo el rato trabajando para que no cante nada y para intentar ser lo más fiel y realista posible, con el gore justo, que esté ahí, pero intentando ser elegante para que no haya demasiado… Estás continuamente buscando el equilibrio.

Sweet Home_1

F: ¿Qué referentes has utilizado?

RM: Teníamos un montón, porque dependiendo de a qué departamento me dirigiese tenía unos u otros. Para arte tenía por ejemplo más cine coreano, para el director de fotografía cosas de I saw the devil y de The Chaser, pero también cosas de los setenta. Para los actores a cada uno le di un paquete de películas para que se vieran… Y luego para mí, desde mi punto de vista, para la planificación, siempre tenía a Carpenter y a Sam Raimi como referentes… y la locura y visceralidad de Rob Zombie.

F: Llama especialmente la atención la iluminación, ¿cómo la habéis trabajado?

“Al director de fotografía le dije: vamos a intentar hacer otra cosa para que la gente no diga que es ‘Rec’ o ‘El cuerpo'»

RM: Yo una de las cosas que le dije a Antonio, el dire de foto, fue: no quiero una fotografía de terror español, no quiero verdes, no quiero colores desaturados… Vamos a intentar hacer otra cosa para que la gente no lo vea y diga: es Rec, o es El cuerpo. Tampoco hemos descubierto nada nuevo, ¿no?, pero era como: vamos a hacer algo más setentero o vamos a tirar por amarillos, algo pues como he dicho, más coreano. Tú ves I saw the devil, los amarillos exteriores, con lluvia y tal, pues era intentar tirar por algo más salvaje. Y luego a medida que iba avanzando la peli se va tornando todo más hacia el rojo, todo más claustrofóbico, y todo eso lo trabajamos Antonio y yo. También hay muchas cosas que estaban ya desde el guión planteadas, sobre puntos de luz concretos, sobre cada espacio visual, intentar trabajarlo de forma distinta -el sitio del mono no es igual que el hall, ni las escaleras, ni la casa de Ramón…-, para darle variedad de la película.

F: A los actores les has dado películas previamente, pero luego in situ, ¿cómo has trabajado con ellos? Porque es un curro mantener la tensión constantemente… ¡Es muy duro!

RM: Es muy duro sí (risas). Lo difícil además en este tipo de pelis es que condensas mucho los espacios y dramáticamente para los actores a veces es complicado porque pasan por arcos de la historia muy distintos en el mismo día. Entonces por ejemplo Ingrid y Bruno había días que necesitábamos estar mucho tiempo con ellos y otros días que era todo lo contrario. Había días que Ingrid necesitaba concentrarse, estaba con su música, con su cosas… Es un proceso, yo tengo que saber lo que necesito y ella tiene que saber lo que necesita y hay que intentar acoplarse para que eso esté en la película. Muchas veces en la vorágine, el rodaje es tan loco, que la energía que le tenían que poner ellos ya estaba en la situación de lo que estaba pasando.

F: Un poquito de risoterapia después de casa secuencia no vendría mal…

RM: Sí, sí (risas), pero es difícil, no se puede relajar uno mucho. Si me dan tiempo los productores para la próxima sí.

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