– Usted debe de ser Igor
– Se pronuncia AI-gor
– Pero a mi me dijeron que era Igor…
– Pues estaban equivocados, ¿sabe?
(…)
– No pretendo molestarle pero soy bastante buen cirujano y tal vez podría liberarle de su joroba
– ¿Qué joroba?
(El jovencito Frankenstein, Mel Brooks)
Gene Wilder debía de estar bajo los efectos de alguna sustancia psicotrópica -o simplemente embriagado de creatividad-, cuando le propuso a su colega Mel Brooks hacer una parodia del manido Frankenstein. Por suerte para la humanidad cinéfila Brooks le siguió el juego y empezaron a trabajar en un guión, un guión con el que se descojonaría hasta a la propia Mary Shelley, un guión repleto de momentos memorables como éste: