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Entrevista a Tomm Moore, director de ‘La canción del mar’

“Es mucho más maduro poder disfrutar de cosas que necesitan de cierta ‘inmadurez’. A los adultos les hace más falta ver estas películas que a los niños”

 

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uando tenía quince años mis amigas del colegio me acusaron de infantil por estar enganchada a los dibujos animados y seguir jugando como cuando tenía ocho… Hoy sigo haciendo lo mismo. La gente ya no lo ve como algo infantil sino como una especie de síndrome de Peter Pan. Me miran con preocupación. Opino que el problema lo tienen los demás, que mi comportamiento es lógico y natural… y sano. En mi cabeza no cabe que existan personas que no se emocionen con las historias ‘para niños’ –eso sí es de tener una seria patología-, y menos aún que no se emocionen ante los dibujos de Tomm Moore.

Vi El secreto del libro de Kells –su primera película de animación- tres veces seguidas, hipnotizada por su belleza y su melodía, así que el estreno de La canción del mar –su segunda película de animación-, era para mí un evento importante. No puedo pues ser objetiva al hablar de este film, simplemente puedo decir que me atrapó tanto o más como la historia del libro de Kells. Las películas de Moore no son el típico cuento con moraleja… este animador ha rebuscado entre las leyendas irlandesas para recordar sus raíces y exportar su cultura. De paso lanza mensajes en clave poética, dos destacan: uno sobre el amor fraternal dirigido hacia los niños, otro sobre el amor maternal, dirigido claramente hacia los padres. Suena a caduco, sin embargo lo que invade al espectador al observar estas obras de arte en movimiento es frescura. Parece una contradicción, pero todo está en armonía.

Tomm Moore también es en sí mismo una contradicción: tiene la mirada tierna de un niño y los brazos repletos de tatuajes –diseño propio-. Él también está enganchado a los dibujos y algo me hace sospechar que sigue jugando como cuando tenía ocho –conjeturas-. Charlamos con él junto a otros compañeros, y al terminar la entrevista todos, absolutamente todos, nos habíamos olvidado de nuestra edad…


 

¿Esto de mantener vivas las leyendas está necesariamente reñido con el progreso? Hay gente que así lo piensa, lo ve como una forma de estancamiento.

Tomm Moore: Lo de dejar atrás el pasado, creo que en realidad es imposible, incluso aunque lo intentemos. Cuando era un niño pensaba que lo único que molaban eran los comics y películas americanos y después me empecé a dar cuenta de que es algo iterativo, es algo estratificado, de manera que las historias modernas se han construido sobre las antiguas y son igual de relevantes. Por ejemplo sucede con El héroe de las mil caras de Joseph Campbell, después se ha visto que La Guerra de las Galaxias estaba basado en esta historia. Así que realmente no hay historias ‘nuevas’.

¿Animarías a los cineastas de otros países a hacer este tipo de películas para mantener vivas las tradiciones?

TM: Sí, claro. Recuerdo que cuando estaba en la universidad descubrí la animación japonesa de Miyazaki, la animación japonesa que había visto hasta entonces eran cosas realmente violentas como Akira o Ghost in the Shell. Cuando descubrí el trabajo de Miyazaki me pareció muy interesante porque se inspira en su propia cultura y aún así hace historias que cualquiera puede ver. Y yo creo que eso es importante, me gustaría verlo aún más. He visto una serie de cortos húngaros, llamados Hungarian Folk Tales, y me pareció fascinante porque son historias para todo el mundo no sólo para el país del que proceden. Es interesante probar de vez en cuando nuevos ‘sabores’. A todo el mundo le gusta tomar de vez en cuando comida india y otras veces italiana… y creo que con el arte sucede lo mismo. Creo que es bueno ofrecer, especialmente a los niños, nuevos sabores. ¡Es perjudicial para la salud comer solo en McDonald’s!

Miyazaki te influenció en la universidad, y de hecho es algo que se ha mencionado mucho en la promoción de esta película. ¿Qué otras influencias en cuanto a cine de animación tienes en tu obra?

TM: Podría decir que Genndy Tartakovsky de América, creo que es muy interesante, porque con un presupuesto muy bajo puede llegar a hacer algo muy cinemático, como las animaciones 2D que hizo para Samurai Jack, y Richard Williams que fue un innovador en el sentido de hacer diferentes estilos y animación a mano.

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¿Cuáles son tus referencias más allá del cine de animación? La canción del mar recuerda en cierto modo a La Noche del Cazador.

TM: La referencia de La noche del cazador creo que viene del compositor, de Bruno Coulais. Muy al principio, cuando estábamos trabajando en los storyboards con el compositor, mostró la referencia de esa canción en la que la niña canta y los animales están mirando, y queríamos intentar crear algo similar. Y hay dos películas irlandesas de cuando yo era joven que son Into The West y The Secret of Roan Inish que me influyeron mucho. Las vi cuando tenía unos doce o trece años y me impresionaron mucho, pensaba: “yo quiero hacer una película así”.

Tanto en El secreto del libro de Kells y La canción del mar los protagonistas, los niños, dibujan y sus dibujos son importantes en el relato…

TM: A lo mejor eso viene de mí (risas), de cuando era un niño e intentaba comprender el mundo dibujando. Creo que los dibujos de los niños son realmente especiales, son composiciones perfectas y organizan todo de una manera que cuenta la historia, no intentan ser realistas. Es muy triste cuando llegan a los nueve o diez años e intentan ser realistas, pero antes de eso son animadores perfectos, lo colocan todo en el lugar adecuado.

Como en El Principito…

TM: Sí, sí… Me gusta que con la animación a mano los niños puedan pensar: “ eso es algo que puedo hacer yo”, que les parezca algo accesible. Porque cuando eras un niño, tenías tus juguetes y veías La Guerra de las Galaxias, sabías que eran maquetas, no animación por ordenador, eran como maquetas de verdad, en movimiento, algo que podías hacer tú también. Ahora tienes que haber estudiado un máster en ciencias de la informática para poder hacerlo (risas).

Me gustaría saber cuándo te diste cuenta de que te gustaba esto de dibujar, cuándo descubriste tu talento y luego… cuándo encontraste tu propio estilo. Y saber también si tenías en mente dedicarte al cine, que tus dibujos fuesen en movimiento.

“Cuando conocí a Didier Brunner, el productor de El secreto del libro de Kells, yo creía que ya tenía un estilo original, pero me dijo: no, es demasiado Don Bluth”

TM: Sí, supongo que ha sido un extraño ‘viaje’. Recuerdo que cuando era un niño, vi muchos documentales de cómo era el estudio que Don Bluth había establecido en Irlanda. Porque Bluth llegó en los 80, yo aún era un niño cuando llegó y de repente fue como, “¡Ah! ¡Así es como hacen los dibujos animados! No es magia, ¡es algo puedo hacer!” E intenté hacer mis propios dibujos animados, y me uní aun grupo de jóvenes cineastas irlandeses… Entonces visité el estudio y me deprimí, porque era como una fábrica. Era como si Don Bluth fuese el único sitio que tuviera el trabajo que yo quería. Así que decidí que no, que quería hacer cómics porque podía controlarlo más. Pero entonces fui a la universidad y me volví a enganchar a la animación, fui la escuela de animación. Lo primero que aprendí fue a dibujar, a ser un buen dibujante de verdad. Ahí me ‘infecté’ de la enfermedad del animador… Cuando conocí a Didier Brunner, el productor francés de El secreto del libro de Kells, yo creía que ya tenía un estilo original, pero él me dijo: “no, aún es demasiado Don Bluth” (risas). Así que el me empujó a encontrar un estilo más único y… yo tenía 22 o 23 en aquel momento… cuando conocí a Michel Ocelot, también me dijo que aún era demasiado Don Bluth y me empujó más aún, hasta que al final encontré mi propio estilo.

¿A qué se debe que los fondos de tus dibujos tengan esa geometría tan buscada en contraste con los personajes?

TM: Creo que es algo que para la próxima película dejaré atrás, pero para esta desarrollé un lenguaje de formas con Adrian, el director de arte. Queríamos usar formas para contar la historia, por ejemplo usamos los círculos para representar comodidad y triángulos y puntas para representar el peligro. Es un lenguaje muy sencillo, como de un dibujo de niños.

Pero se rompe un poco el esquema en algún momento, porque por ejemplo el hada búho, la abuela, es un círculo, pero es peligroso.

TM: Ahí estábamos intentando generar el sentimiento de sentirse atrapado, de que hay demasiado amor. La abuela y la bruja quieren tanto, protegen tanto, que… atrapan. Por eso también la tela de araña es un círculo, porque atrapa, y romperla es como volver a nacer.

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La idea que utilizabas también en Kells de los bordes del marco desdibujados, que utilizas también en La canción del mar al principio, ¿de dónde viene?

TM: Quería tener dos estilos en la película, uno con acuarelas muy ligeras en el que ves la tinta deslizándose hasta los bordes… optamos por ese estilo de acuarelas para los recuerdos y las historias y por un estilo más rico para la acción.

El tipo de dibujos que usas es el de la ilustración de libros infantiles. ¿Tenías experiencia como ilustrador de libros?

TM: Sí, sí… He trabajado en ello y también miramos muchos libros infantiles para obtener ese toque más inocente. He hecho cómics, libros de ilustraciones… simplemente para pagar el alquiler.

¿Qué comics?

TM: Dos cómics en lengua irlandesa, pero son malísimos… (risas).

Parece que cuando cumples los quince como que reniegas de los dibujos… ¿Qué le dirías a la gente que se niega a ver películas de animación porque piensan que es algo infantil?

TM: Creo que es la principal enfermedad del adolescente, rechazar todo lo que pertenece a cuando eran niños, para aparentar ser más un adulto. Pero en realidad es mucho más maduro poder disfrutar de cosas que necesitan de cierta ‘inmadurez’ para poder valorarlas… Pero no sé, mi hijo es un adolescente ahora… (risas). El cuarto de mi hijo parece el típico cuarto de chico, con póster de Transformers, de coches, sólo basura (risas), pero a su novia y sus amigas por ejemplo les interesa mucho la animación. La esperanza está en las mujeres jóvenes (risas).

Incluso los adultos, cuando van a ver cine de animación ponen de excusa a los hijos o a los sobrinos… ¡Por qué no ir solos!

TM: Sí, ¡es cierto! Yo creo que a los adultos en muchos casos les hace más falta ver estas películas que a los niños.

Los cuentos generan muchas emociones entre los adultos…

TM: Creo que son temas que vemos y que vivimos como niños y también como padres, son temas para todo el mundo. Hay cuentos de hadas que puedes ver de niño y entenderlas como niño y después revisitarlas como padre y entenderlas de otra forma. Por ejemplo, una historia como Bambi, la primera vez que la ves te sientes más identificado con el hijo y como adulto te identificas más con el padre.

¿Cuál crees que es la situación del cine de animación más allá del cine americano, más allá de Pixar, Disney, Dreamworks…?

TM: Creo que hay cosas muy interesantes, que cada vez se ven más, por ejemplo el año que viene llega una película de Sudamérica, de Brasil, El niño y el mundo. Europa del Este tiene una tradición increíble y Asia por supuesto tiene mucha tradición también. Con Internet creo que todo el mundo está mucho más abierto a ver muchas más cosas, más que como cuando yo era niño que sólo había lo que ponían en la tele o en el cine. Quizás el futuro sea que la gente que sea fan de verdad pueda buscar y acceder a todo. Por eso es importante que haya gente como vosotros hablando sobre películas que no tienen tanta promoción. Yo antes solía ver las películas solo en los festivales como el de Annecy o Zagreb, pero ahora con Vimeo hay tantas cosas…

¿Qué opinas de la paulatina desaparición de la animación tradicional?

“La gente que se mantiene en la animación tradicional, o en el stop-motion, lo hace porque ama esta forma de arte, no para hacer dinero”

TM: Creo que la animación tradicional está desapareciendo del ‘mainstream’, pero en realidad está creciendo por detrás. Cuando era niño, hacer animación tradicional era como muy complicado, necesitabas tener cámaras y demás, y ahora se puede hacer animación tradicional de una manera mucho más fácil y accesible. La animación por ordenador ahora equivale a lo que era antes la animación tradicional, necesitas ordenadores, mucho equipamiento, para hacerlo a un nivel alto. Ahora para hacer animación tradicional no hay que hacer un blockbuster, se puede hacer con un equipo y presupuesto pequeños… A lo mejor es una nueva era. Lo que me gusta es que la gente que se mantiene en la animación tradicional, o en el stop-motion, lo hace porque ama esta forma de arte, no para hacer dinero.

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Tú has estado nominado dos veces al Óscar con las dos películas, ¿crees que aún hay una cierta reticencia a dárselo a películas que no sean de las factorías?

TM: Es interesante cómo funcionan los premios Óscar, todo el mundo está en una rama distinta. Por ejemplo yo cuando me uní a la Academia, me uní a la rama de animación, así que todo el mundo en la rama de animación vota por su categoría. Así que si eres nominado a actor, has sido nominado por otros actores, o si eres nominado por animación, has sido nominado por otros animadores. Y eso es ya un premio en sí, porque son tus compañeros de oficio los que te reconocen. Después de eso ya es como una convención, se juega a ver quién obtiene más votos, quién puede animar a más gente a ver su película, etc. Se hace una comida para todos los nominados, que está muy bien, van muchas estrellas de cine, pero en el parking en el exterior, había un muñeco hinchable enorme de un personaje de Disney, y… ¿cómo vas a poder competir con eso? (Risas).

¿Has tenido que soportar que alguien te diga que tu película se parece a Frozen, por el tema del pelo blanco, el amor fraternal, etc.?

TM: Sí, sí… la verdad es que es muy raro para mí. Es gracioso porque… estábamos trabajando en la película con el editor y fue a ver Frozen y cuando volvió al día siguiente a trabajar me dijo: ”¿Has visto Frozen? Deberías ir a ver Frozen…” (risas). A lo mejor es porque también toman mucho de los cuentos tradicionales europeos, los cuentos tradicionales escandinavos… Frozen ha sido como cocina fusión, una mezcla escandinava y americana. A mí me gustó Frozen (risas). Salió mi princesa interior (carcajadas). Al venir, en la cola para el avión tenía delante de mí a una niña vestida de princesa cantando “Let it go, let it go…” En realidad no es una película que yo deba juzgar, es una película para niñas pequeñas, y a ellas les encanta, como Transformers es para chicos adolescentes (risas).

Pero al menos no te han llegado a decir que la has plagiado…

TM: ¡Oh, no! (risas). Estaba más preocupado con Brave. Ya sabes, Escocia, esas pequeñas luces que guían al héroe… es mucho más parecida.

Aunque se ha hablado de Frozen, de lo que he visto muchas referencias es de Ponyo en el acantilado, de Studio Ghibli.

TM: Si, sí, de Ponyo claro. Aunque empezamos a trabajar en la película antes de verla, cuando la vimos, pensábamos, ¿qué podemos hacer de manera diferente…? La idea es de hace seis o siete años, pero la producción comenzó hace 4 años.

Tus dos películas se basan en leyendas celtas irlandesas. ¿Irá la siguiente por ese camino también?

TM: La próxima del estudio no, pero la próxima mía sí. Tengo una idea más para una película de este tipo y después, probablemente, daré por concluido el tema leyendas. Sí, será una especie de trilogía, de trilogía espiritual, aunque no estén realmente conectadas. Creo que tres es un buen número (risas). Siempre digo que la siguiente película será en una nave espacial con chicas en bikini (risas).

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