“Rams habla sobre los conflictos humanos y sobre cómo las personas deben hacer frente a sus diferencias para superarlos”
E
l cine islandés vive una etapa de gran popularidad en todo el mundo. Cineastas como Rúnar Rúnarsson o Báltasar Kormákur han llevado a sus cotas más altas una industria que siempre ha estado reducida de manera casi exclusiva al ámbito independiente y de bajo presupuesto. Títulos como Volcano, Lo profundo, 101 Reyjkavík o De caballos y hombres son tan solo algunos de los ejemplos de obras que se han proyectado recientemente en numerosos festivales alrededor del mundo y cuya calidad y éxito han llamado la atención de críticos de cine y grandes productoras. Prueba de ello es cómo algunos de estos cineastas, como Kormákur (Everest, 2 Guns), se han pasado a la industria de Hollywood para hacer fortuna.
En este pequeño ‘boom’ de nuevos cineastas Grímur Hákonarson dirige Rams: el valle de los carneros, una historia sobre la soledad, la vejez y el sacrificio. La película se centra en la historia de dos hermanos ganaderos que no se hablan desde hace décadas. Viven en un hermoso valle apartados de las grandes urbes y son propietarios de varios rebaños de ovejas con los que se autoabastecen y con los que hacen negocio. Sin embargo, todas sus esperanzas de prosperidad se ven quebradas cuando irrumpe en el valle el scrapie, una enfermedad ovina incurable que les obliga a sacrificar a todos los animales. Los dos protagonistas tendrán que dejar sus diferencias aparte para solucionar los problemas que plantea el futuro.
Farrucini y diario ABC tuvimos la oportunidad de charlar con el cineasta en su fugaz visita a Madrid.
La industria del cine islandés ha tenido un gran éxito en los últimos años… ¿Supone este reconocimiento internacional un impulso para las producciones del país?
GH: En cierto modo. Ayuda a que haya una mayor distribución de las películas y a fomentar el turismo, pues la gente que ve estas obras se interesa por Islandia. El problema que tenemos en nuestro país es que el gobierno ha recortado las ayudas para el cine. Puede que las películas tengan mucho éxito en el mercado internacional, pero eso no se traduce en más subvenciones. En ese sentido somos muy independientes. Algunas productoras tan solo pueden permitirse hacer cuatro o cinco películas al año, por lo que el éxito en el exterior no se ha reflejado en una mayor reinversión, así que la industria se mantiene estática. Sin embargo, el hecho de no tener una industria muy grande trae consigo ciertos beneficios: todos los que nos dedicamos al cine en Islandia nos conocemos. Rúnar Rúnarsson, director de Sparrows y Volcano, estudió conmigo en la misma escuela y desde entonces somos amigos muy cercanos. La comunidad cinematográfica islandesa es como una pequeña familia y todos tenemos espíritu de equipo y nos conocemos.
“ La comunidad cinematográfica islandesa es como una gran familia: todos nos conocemos y trabajamos con espíritu de equipo”
Utilizas un lenguaje narrativo muy pausado, donde das prioridad al paisaje y a los pequeños detalles. ¿Es la sensación que querías transmitir?
GH: Con el ritmo quería reflejar la vida de los dos hermanos: pausada, muy relajada. El guión, el montaje; quería utilizar todo para transmitir el silencio de sus vidas. También viven en la naturaleza y se sienten en conexión con ella, así que intenté centrarme mucho en el paisaje para remarcar la importancia que tiene para ellos. No tendría sentido utilizar un ritmo más rápido. Aunque en realidad la última parte fue como rodar una película de acción: la tormenta de nieve del final fue un claro contraste con todo lo anterior.
Muchas de las películas islandesas están relacionadas con animales. Por ejemplo, el año pasado tuvo un gran éxito De caballos y hombres. ¿Es algo típico del carácter islandés?
GH: Los caballos y las ovejas están muy próximos al espíritu nacional. Cuando las primeras personas llegaron a Islandia en el año 900 trajeron consigo muchas ovejas y caballos. Estos últimos además fueron el principal medio de transporte durante siglos. La verdad es que les tenemos mucho cariño; son como animales domésticos. Tener una oveja en Islandia es igual que tener un perro. Muchos granjeros sienten una conexión especial con estos animales.
¿La gente realmente se gana la vida con la ganadería en Islandia? Al fin y al cabo es un tipo de industria minoritaria en todo el mundo.
GH: Yo creo que se ha convertido en un hobby. En Rams estos hermanos son unos de los pocos que siguen haciendo ese tipo de cosas en el país. Al igual que en otras partes del mundo, en Islandia hay muy pocas personas que pueden subsistir dedicándose únicamente a la ganadería. A mí personalmente me gusta este tipo de vida. El problema es que las nuevas tecnologías están desplazando las granjas, así que no soy muy optimista al respecto.
¿Rams está basada en ‘hechos reales’? ¿Por qué desarrollas la historia únicamente desde el punto de vista de Grimm?
GH: Está más o menos basada en hechos reales. Mi padre me contó una historia sobre dos hermanos que vivían en la misma tierra y que no se hablaron durante cuarenta años. Ni siquiera tenían ventanas que mirasen hacia la otra casa. Al parecer este tipo de cosas son bastante corrientes allí. Todo esto me sirvió de planteamiento para desarrollar la historia. Sin embargo, el origen del conflicto de estos hermanos no es tan importante como su desarrollo. Al final la película también tiene un final abierto: no me gusta dar demasiadas explicaciones sobre por qué pasan las cosas. Si hubiese sido una superproducción de Hollywood habría tenido un final mucho menos interesante y explicativo. Y la razón de coger el punto de vista de Grimm es crear suspense, pues su hermano es imprevisible y nunca sabes qué va a ocurrir.
Tenemos entendido que el protagonista de la película llegó a convivir en algunas granjas para meterse en la piel del personaje. ¿Estaban los actores familiarizados con este tipo de vida? ¿Cómo se prepararon para el papel?
GH: Empezamos a trabajar los papeles un año antes de comenzar el rodaje. Tuvimos tiempo de charlar, leer libros y hacer una preparación tanto física como intelectual. Los dos protagonistas son muy diferentes, pero los actores también son así en la vida real. Uno es introvertido; el otro extrovertido. Aquí reside la importancia de tener un buen casting.
“En mis películas busco el equilibrio entre el drama y el humor”
La película tiene un toque de humor negro muy exclusivo, algo que parece extenderse a todas las películas de la industria cinematográfica islandesa. ¿Es algo típico del carácter escandinavo?
GH: El humor en el cine escandinavo es muy típico. Me gusta que haya humor en mis películas a la vez que llegan al corazón. Toda mi vida he intentado encontrar un balance entre el drama y el humor. No me gustan las películas tristes; me pongo malo cuando las veo. Rams tenía todas las papeletas para ser un melodrama, así que cogí ese “filtro escandinavo” para hacerla más liviana. Aunque en realidad la situación de los dos hermanos tiene un humor natural, siendo vecinos y sin dirigirse la palabra.
A pesar de hablar de temas tan concretos como la pérdida o las dificultades de subsistir en base a la ganadería en un mundo modernizado, también hablas sobre la soledad, la vejez y el paso del tiempo. ¿Crees que Rams es una película universal y que tendrá una acogida homogénea?
GH: Yo creo que sí. Utilizo muchos elementos humanísticos para contar la historia, así que puede que personas de otros lugares del mundo se sientan identificadas porque experimenten dificultades parecidas a las que viven los personajes. Al fin y al cabo es una película sobre los conflictos humanos. Lo que intento expresar es que, independientemente de las disputas que puedan surgir entre algunas personas, siempre habrá ciertas circunstancias o momentos de crisis en los que haya que unir fuerzas para superar las diferencias. En el caso de Rams se traduce en la enfermedad que afecta a las ovejas del valle y que les lleva a matar a todos los rebaños, produciendo un colapso de la industria ganadera de la zona, pero podría ser cualquier otra situación.