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Entrevista a Alice Rohrwacher, directora de ‘El país de las maravillas’

“Maravilla es algo que entra por el ojo pero que no se puede explicar con la boca”

 

«Antes de nada, quiero decir una cosa, un secreto: El país de las maravillas no es un film autobiográfico. Más que de mi vida, prefiero hablar de la película, es mejor”. Palabras de Alice Rohrwacher antes de empezar con el bombardeo de preguntas. Nos advierte porque en cada una de las entrevistas que ha concedido le han planteado la misma cuestión. La cineasta italiana nos trae una historia tan personal -tanto que hasta su hermana trabaja en la película y le sirve de inspiración-, que es casi inevitable interesarse por su vida, especialmente por su infancia. No tanto por el morbo de indagar en una vida ajena, sino por la curiosidad por saber de dónde procede tantísima originalidad y tacto.

Alice Rohrwacher se ha ido hasta su pueblo para rodar esta historia de niñas y padres, de abejas y ovejas -y un camello-, de sueños y campo, de libertad y disciplina; ha retratado de una forma muy entrañable a sus vecinos, se ha centrado en una familia que podría haber sido la suya –padre alemán, madre italiana, familia apicultora e idealista-, pero que no lo es. Aclarado este asunto, intentamos descubrir lo que esconde su segundo largometraje, una fantasía realista, onírica y poética, sencilla y tribal. Dulce como la miel, salada como el mar –venía a huevo la frase, perdónenme-.

El país de las maravillas deja un sabor de boca muy diferente a cada espectador: a unos a derrota, a otros a esperanza, a muerte o a vida. Tiene múltiples lecturas y curiosamente algunas de ellas no coinciden en absoluto con las que hace la propia directora.


 

En alguna entrevista has dicho que el título que le das a la película, Le Meraviglie –en España El país de las maravillas-, es una declaración de amor a la idea de ‘maravilla’, ¿por qué?

Para mí es una palabra con doble sentido, porque por un lado se abusa de ella en Italia, cada vez que vas de vacaciones o en los anuncios, escuchas ¡meravigliosa oferta! ¡le meraviglie! Se utiliza muchísimo para vender, como aquí ‘fantástico’, ¿no? Pero al mismo tiempo es una palabra linda porque viene del latín, mirabilia, algo que entra por el ojo pero que no se puede explicar con la boca (risas). Me gustaba esa referencia sensorial, porque tiene que ver con ‘mirar’, con ‘admirar’. Podemos hablar durante cuarenta horas de los personajes, de la historia… pero esto es una experiencia visual, no es una experiencia dramática.

Seguramente estés cansada de que te digan que tu película tiene un aura felliniana, sin embargo cuando te han preguntado por tus influencias tú has contestado: “cuando una influencia es de verdad, suele ser inconsciente”. ¿Qué referencias puede haber entonces en tu inconsciente para haber rodado unas imágenes como esas?

“En ‘El país de las maravillas’ sí hay referencias directas de Fellini, Gelsomina es un nombre de Fellini”

Bueno, sí hay referencias directas de Fellini porque Gelsomina es un nombre de Fellini, pero Gelsomina en mi film no es el nombre que ‘el realizador’ pone al personaje, sino el nombre que los padres del personaje le ponen, con esto yo quería decir algo sobre los padres. Ella se llama Gelsomina, sus hermanas Marinella, Caterina, Luna, son todos personajes de libros, de canciones, de films. Quería contar así que son dos personas que trabajan en el campo, hacen miel, pero que también aman la cultura. Y la cultura que ellos aman es la misma cultura que yo amo: está Fellini, está De André, está Elsa Morante. Sobre las influencias inconscientes… al ser inconsciente es difícil decir (risas). ¡Por fortuna no lo sé! Porque sino tal vez no conseguiría nada. Es como decir: “ahora me voy a dormir porque voy a soñar esto, esto y esto”.

¿Te dejaste entonces llevar un poco a la hora de rodar la película?

Cuando ruedas una película con tantas dificultades, un camello que corre por un lado, niñas que corren por otro, hay problemas de organización, el tempo está out, tienes que dar la pausa, personas que se quieren montar en camello… no puedes decir ¡espérate que necesito hacer una creación con la inspiración de Rossellini! ¡No hay tiempo de nada! Es solo hacer. No hay nada de improvisación.

Pero con las niñas pequeñas habrá sido un poco caótico… ¿cómo has trabajado con ellas, y con las mayores, para darles esa madurez?

Con las pequeñas fue una tragedia (risas). Pero no fue improvisado nada… Hicimos muchos ensayos, pero aunque haya sido complicado, ha sido divertido.

¿Ni siquiera los gritos cuando ven al camello están improvisados?

No, no, la escena está escrita exactamente de esa forma. Ensayamos también los gritos, porque hay muchas formas de gritar, hasta que encontramos la que más nos gustaba. También estaba escrito que habría una pequeña lluvia y… ¡llegó la pequeña lluvia!

PAIS DE LAS MARAVILLAS - Foto 1

El padre se muestra magnánimo ante sus ideales pero intransigente ante sus hijas, un tanto cerrado de mente, ¿es una figura reprochable para ti?

Digamos que el padre es una figura positiva en el momento en el que su hija comienza a comprenderle. No sé si habéis visto La sal de la tierra, el documental de Sebastião Salgado… Hay un momento que Juliano Salgado dice que su padre nunca ha estado con él, pero que lo ha comprendido. Me emocionó mucho ese momento, el momento en el que el hijo se hace más grande que su propio padre. Su padre tiene una misión y él tiene que entenderle como hombre y como padre. Las dos cosas. Me parece que Gelsomina al final le comprende, a pesar de que él es mucho menos heroico que Salgado, por supuesto.

Como trasfondo curioso está también el tema de la espectacularización que la televisión hace de todo, hoy en día se monta un reality de cualquier cosa…

La televisión que quería retratar era ‘la televisión de la Edad de Piedra tecnológica’ (risas). Cuando estábamos trabajando todos lo pensamos así: estamos haciendo un film ambientado en ‘la Edad de Piedra tecnológica’, en el sentido de que, aunque habla del presente, intento mostrarlo como si el hoy fuera prehistórico. No sabemos exactamente la historia de esa televisión, no podemos contar qué pasa en esa televisión, es solo lo que ves. Te puedes imaginar qué hay detrás de la televisión, pero no trata sobre los realitys modernos. Retrata un contenedor que se llama televisión que tiene personajes un poco extraterrestres, que llegan en un viaje y necesitan contar la verdad, pero cuando la cuentan ya no es verdad.

¿Mónica Bellucci estaba desde el principio en tu mente para ser esa presentadora mística de televisión? Es paradójico, ella tan exuberante contrasta mucho con el mundo rural.

Sí. Ella era la única persona que todo el mundo conoce. Es una persona unificadora. Cuando haces una película hace falta esto, es algo que da mucha energía, el tener a alguien que unifica a todos: los niños, los abuelos, todos saben quién es. Fue solo tres días, cuatro, pero bueno.

Has resucitado una casa abandonada, ¿qué es lo que te mueve a devolver la vida a algo que se da por perdido? ¿Y por qué a esa casa en concreto?

“Hemos destruido el campo y ahora tratamos de vendérselo a los turistas”

Es justo eso que has dicho. Esta era la primera voluntad del film: venía de buscar entre casas abandonadas, que hay muchas en mi país, un objeto, un vaso, un elemento de vida, e imaginar lo que había sido. Para mí lo más importante para hacerlo es la idea de que no hay nada que se pueda acabar ni nada que se pueda comenzar, en la misma casa hay tantos tiempos diferentes… ¿Y por qué esta casa? Porque en esta casa encontramos una cortina, que es la última imagen del film, la primera que grabamos. Cuando estábamos localizando, vi esa cortina y me encantó. Parecía que estaba respirando. Llegué a coger un Super16 para rodar esa imagen, al revelar la película pensé que teníamos que intentar contar la historia de esta cortina, que es la cortina de la habitación de las niñas.

¿Y el equipo no se sentía un poco incómodo al estar en una casa que parece que se va a caer en cualquier momento?

Shhhhhhhh, ¡no se lo digas a nadie! (risas) Los primeros días todos estaban muy angustiados, porque cuando andaban la casa hacía como ‘trun, trun, trun’. Después nos acostumbramos, pero porque estábamos todos para caernos también (risas).

PAIS DE LAS MARAVILLAS - Foto 9

Parece una metáfora de la sociedad, del derrumbe de la sociedad capitalista…

Eso es decir mucho (risas). Si lo has visto así… Para mí trata sobre el hecho de que hemos destruido el campo y ahora tratamos de venderlo para los turistas, se ha producido un cambio brusco después del abandono de la tierra. Se ha confeccionado como un paquete para turistas utilizando el pasado de una forma muy… sorprendente. Antes no se quería hablar del pasado y ahora… ¡viva lo pasado! Es como si te vas de tu casa porque ‘fuiste violado’ y después vuelves y exportas tu ‘violencia’. Lo que hemos hecho con la tierra es eso, todas las personas que vivían de ella se veían en una situación de violencia, de fatiga, de abuso, y por eso se fueron del campo. Y ahora eso vende, ahora vuelven pero solo con fines turísticos. Solo por dinero. Money, money, money.

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