De cuando Luis Buñuel descubrió el cine en ‘Farrucini’
“En 1908, siendo todavía un niño, descubrí el cine. El local se llamaba “Farrucini”. Fuera, sobre una hermosa fachada con dos puertas, una de entrada y otra de salida, cinco autómatas de un organillo, provistos de instrumentos musicales, atraían bulliciosamente a los curiosos. En el interior de la barraca, cubierta por una simple lona, el público se sentaba en los bancos (…) Las primeras imágenes animadas que vi, y que me llenaron de admiración, fueron las de un cerdo. Era una película de dibujos” Esto es lo que cuenta Luis Buñuel sobre su primera experiencia con el cine en Mi último suspiro. Habla del local de un hombre de origen catalán –dicen por ahí que en realidad era italiano- que se hizo famosillo en la Zaragoza de principios del siglo XX por acercar la ilusión a propios y extraños. Antes de asentarse en la tierra que vio crecer al cineasta, aquel hombre había recorrido gran parte de la geografía española con una barraca que, al parecer, no dejaba a nadie indiferente. El nombre de …