Óscar, Sentir
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Crítica de Birdman de Alejandro González Iñárritu

 

Oscar Wilde escribía en el prefacio de “El retrato de Dorian Gray” que todo arte es, a la vez, superficie y símbolo, y que los que profundizan sin contentarse con la superficie se exponen a las consecuencias, así como los que intentan descifrar el símbolo. La historia de Riggan Thomson (deslumbrante Michael Keaton) está estrechamente relacionada con las palabras de Wilde: un hombre que necesita reinventar su superficie ahondando en la simbología de su existencia marchita. La fama lo ha catapultado al estrellato, pero como en todo ascenso desenfrenado, siempre hay una caída inevitable. El impacto abre las puertas a un mundo de delirio emocional donde el anhelo de grandeza contrarresta con la realidad. Es entonces cuando el alma, combustionada como una cerilla, intenta desesperadamente recuperar la gloria de años ya pasados. Los gritos de los admiradores retumban como ecos en la noche, y el recuerdo del éxito, deslucido por el paso del tiempo, lucha por hacerse hueco entre las dudas, tratando de ser el último eslabón al que aferrarse antes de caer en la desesperación; una desesperación generada por el miedo al fracaso.

Thomson vive por y para su arte. Desaparecer de las grandes carteleras para reinventarse no fue un error, pero las consecuencias de querer hacer arte puro y verdadero le pasan factura. Se siente incapaz de darlo todo, especialmente cuando hay gente con más talento que él. Además, la crisis de la mediana edad no ayuda. Su subconsciente, un Birdman airado y ególatra, intenta arrancarlo de la realidad a través de ensoñaciones. En su delirio, Riggan vuelve a tener poderes sobrenaturales que son capaces de ejercer influencia en la materia que lo rodea, aquella sobre la que él mismo es incapaz de influir. Las fantasías se apropian de su cuerpo y lo manejan como a una marioneta; lo obligan a actuar debajo de su propia máscara de actor. El hombre pájaro es la representación de la ambición materialista y superficial del hombre; es la voz interior que todos llevamos dentro y que solo en casos de profunda desesperación sale a relucir para contrarrestar el sufrimiento.

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La frustración de Riggan aumenta según se van sucediendo los obstáculos. Los ensayos de su representación teatral se convierten en un infierno: un actor que no vale para el papel que ha escrito, una hija independiente desinhibida de la realidad, una experta crítica de teatro que lo amenaza con destruir su trabajo… y Mike Shiner (brillante Edward Norton), una prestigiosa estrella de cine que pretende hacerse con el control de la obra. La aparición de Shiner marca un antes y un después en la aventura de Riggan: el joven representa el éxito y el talento que él es incapaz de demostrar. Atractivo, ambicioso, con dinero, idolatrado por todos, hace buenos papeles, se acuesta con las mujeres más guapas y la crítica lo adora. Es un diamante en bruto; un espejo en el que duele mirar. Riggan lo envidia, lo admira porque sabe que es mejor que él, y eso lo corroe. No obstante, Shiner también es un alma en pena que se refugia en la máscara de la prepotencia para ocultar un interior vulnerable y pasional. Y precisamente la ironía que genera admirar a alguien que, en el fondo, está tan corrompido como aquel que admira, es lo que hace que “Birdman” se convierta en una película cínica, amarga, donde la risa y el llanto van de la mano. A veces la línea que delimita la aflicción y la dicha se confunde, y el propio espectador se pregunta si está ante una comedia osada o ante una tragedia griega, si se ríe de los personajes o de sí mismo. Probablemente sean ambas cosas.

“Lo que en realidad refleja el arte es al espectador y no a la vida. La diversidad de opiniones sobre una obra de arte muestra que esa obra es nueva, compleja y está viva”, añade Oscar Wilde a sus reflexiones sobre la superficie y el símbolo. “Birdman” es única y se interpreta libremente, por lo que está sujeta a las exigencias del espectador. Quiero creer que su mensaje es optimista aunque esté sumergido en tragedia. ¿Es el arte lo que mueve el alma humana o el alma humana lo que incita al arte? Un objetivo imaginario puede convertirse en una realidad tangible si se lucha a contracorriente por conseguirlo. Riggan aparenta querer ser amado y admirado, pero no se da cuenta de que lo único que necesita es encontrarse a sí mismo. Es el viaje de un hipócrita que se compadece de su existencia, que busca en su alma, y después en el arte, todo lo que la vida no le ha dado. Al no encontrarlo, decide liberarse de toda incertidumbre. Cruza la línea que separa lo real de lo ficticio y se adentra en un mundo de tinieblas. ¿Se suicida en el escenario? Quizás. ¿Salta de la habitación del hospital? Puede. Puede que sea un salto hacia el vacío o un salto metafórico hacia la demencia, o quizá ambas cosas. O también puede que sea el salto hacia la verdad; una verdad que le hará libre, que le dará alas y le permitirá volar eternamente. Realmente no importa cuál es el resultado físico de sus acciones; la verdadera hazaña de Riggan es reconciliarse consigo mismo.

Alejandro González Iñárritu firma así su obra maestra, una película madura, de excelente factura narrativa grabada a base de planos secuencia, donde los actores juegan un tour de force demostrando que después de darlo todo siempre se puede dar más. “Birdman” contrarresta con el estilo al que nos tenía acostumbrados el director; esas complejas historias cruzadas donde el destino era el único que influía en la vida de los personajes se convierten en una única línea narrativa a la que se adhieren decenas de personajes trashumantes. Esta vez el cineasta mexicano regala una película sobria y directa, visualmente experimental, profunda y terriblemente humana, que no sólo pasará a los anales de la historia, sino que ya puede ser considerada una de las películas más importantes de todos los tiempos.

 


Birdman_PosterPequeBirdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)

· Año: 2014
· Duración:118 min
· País: Estados Unidos Estados Unidos
· Director: Alejandro González Iñárritu
· Guión: Alejandro González Iñárritu, Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris, Armando Bo
· Fotografía: Emmanuel Lubezki
· Reparto: Michael Keaton, Emma Stone, Edward Norton, Zach Galifianakis, Naomi Watts, Amy Ryan, Andrea Riseborough, Lindsay Duncan, Merritt Wever, Joel Garland, Natalie Gold, Clark Middleton, Bill Camp, Teena Byrd, Anna Hardwick, Stefano Villabona

 

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